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jueves, enero 25, 2007

¿Quién puede contigo?

“… y nadie lo buscaba,
y nadie lo planeó así,
pero en el destino estaba que fueras para mi
y nadie lo apostaba
que aquello fuera tan feliz,
pero Cupido se apiadó de mi…”
Reyli o Sergio Vargas

En medio del silencio de mi habitación y el gran bullicio que azota en estos días mi interior , una voz choca con la paredes de mi cuerpo, hace eco y pregunta : “Destino por favor, dime ¿Quién puede contigo?” Una pregunta que atraviesa mis entrañas y que al llegar a la “Máximo Gómez con 27” de mi vida, -digase la zona de mayor tránsito- se produce un gran taponamiento.

Es ahí cuando las dudas le tocan bocina a los miedos, y este sale de su jeepeta y le grita una mala palabra al por qué , quien airado responde con la frase –“la tuya”. Si, eso sucede a veces en mi interior. Mis miedos, dudas y por qué empiezan a pelear, y mi corazón, arbitro designado en esta contienda, no sabe como resolver dicho problema terminando confuso y contrariado.

Desde el 25 de diciembre pasado hasta ahora, mi vida ha experimentado una serie de cambios que jamás imaginaba. Lo que pensaba, casi sin pedir permiso el destino me lo cambió. Pero doy gracias a Dios porque sus transformaciones siempre son para bien, mi problema radica en que por lo general no logro asimilar de inmediato y tiendo a ofuscarme.

Lo que ayer adolecía hoy la vida me la ofrece en porción triple, y no se si mañana se agregue otro pedazo de pastel. El dilema está en ¿Cuál decido comerme?, ¿Cuál tendrá mejores ingredientes? O ¿Cuál podrá producirme una indigestión?

Lo cierto es que estos “bizcochitos” están en mi mesa esperando ser devorados por mi; sin embargo, aunque todos lucen muy deliciosos estoy consciente que por mi salud, mental y emocional, no debo comerlos a la vez.

Ya de por si elegí el de sabor a “chocolate”, un pedazo que desde la primera vez que lo vi lo deseé, pero mi familia y la sociedad me recomienda un “cheesecake” de receta italiana que aunque se ve muy rico en esta etapa de mi vida confunde mis sentidos. La otra porción era una especie de bizcocho de sabor a naranja, -muy bueno por cierto- pero a veces al ser cítrico le sentía algo de amargo, y decidí dejarlo.

Que paradójica es la vida, mientras hay mujeres que comen de todo y no engordan, yo insisto en seguir una “dieta estricta” con tal de no “engordar”, y aunque los postres que el destino me coloca en la mesa se vean muy apetitosos son la causa de mi profunda confusión. Confío en Dios que ilumine mis sentidos para hacer la mejor elección.